En los años 60 se construye en Viladecans el polígono residencial de Can Sellarés como respuesta a la alta demanda de vivienda de los numerosos inmigrantes que llegaban al área metropolitana de Barcelona. Como la mayoría de polígonos construidos en aquella época los bloques de vivienda, alargados y paralelos, siguen todos una misma directriz que les orienta al sol de mediodía. Esos mismos bloques se ven unidos en planta baja por una serie de zócalos comerciales que producen espacios intersticiales de poca calidad, inconexos entre sí y de poca fluidez lo que provoca el cierre de la mayoría de comercios.

 

El proyecto pretende mejorar tanto la comunicación como la calidad de los espacios urbanos del polígono eliminando los actuales zócalos de planta baja y agrupando los nuevos comercios entorno a un único eje comercial tangente y permeable a la plaza central del recinto, donde se ubicaran además una nueva biblioteca y centro cívico, creando así un nuevo núcleo urbano dentro del barrio.